Quiero mi oro...
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Quiero mi oro...
En esta nueva saga, soltad a vuestros personajes...tendrán la oportunidad de repesentar a uno nuevo y los cupos para participar en ella será ilimitados...sólo recuerden, si en 24 horas no responden a su turno, simplemente morirán de manera humillante, quizá estúpida y que seguro servirá como escarmiento a los otros...así que, si no estás seguro de que podrás a diario tomarte cinco minutos para hacer un post...no entres.
Basaremos nuestra historia en la Isla de Malta, específicamente en el año 1342, una época en sumo oscura en todo Europa, pues la conocida Peste negra estaba haciendo de las suyas y la "Pequeña edad de Hielo" arreciaba incluso en las costas del Mar Mediterráneo. Por estos tiempos oscuros, esta Isla, parte del Reino Español (En aquella época lo era), es un importante centro de comercio de aquellas aguas, en ella paran a diario cientos de viajeros que incluso, prefieren tomar esta ruta para ir a tierra santa y también es conocida como puente militar y utilizada por saqueadores y pillos varios que pretenden hacerse con fortunas y mujeres en las lejanas tierras de Oriente. En nuestra historia, podrás ser Francés, Inglés, Español, de cualquier tierra que desees (siempre que sea algo lógico para la época y para el contexto que estamos usando), no podrás usar poderes, obviamente, más allá de capacidades físicas o mentales y la misión, será la siguiente: Hace dos meses, un afamado caballero Capeto, Armand de Valois, primo hermano del discutido y odiado Rey Felipe VI de Francia. Este hombre, en un viaje hacia las salvajes tierras del Norte de Äfrica, de parada en la isla de Malta, sufrió un terrible atentado y fue presa de unos asaltantes vulgares en Attard (una de las más populosas localidades de la Región). Muchos de sus sirvientes murieron en la refriega, otros, simplemente huyeron y lo dejaron a su suerte luego de enterarse de paso de los nefastos fracasos sufridos por el Rey Felipe en la encarnizada guerra que libraba contra los Ingleses (y nadie quiere estar del lado de los perdedores, menos de los perdedores que no tienen dinero)
Armand de Valois, solicita los buenos oficios de fuertes y hábiles guerreros que deseen, a cualquier costo, servir a su causa y recuperar el oro perdido, solicitando también a su vez personas con información y cualidades para completar su misión...ya que sin ese oro, no podrá salir para partir a su amada Francia.
La algarabía recurrente de aquel lugar lo aturde, pero no puede hacer más que mantenerse ahí, inmutable, con los brazos cubiertos al extremo por sus guantes de piel de castor, cruzados a la altura de su pecho y con la cara ceñuda mientras una puta a su lado intenta seducirlo-Vamos..mon cher'...subamos un segundo a la habitación y te aseguro que te cambiará la cara...-suscita la mujer, con un tono dulce y atrevido que a cualquiera le habría puesto el pecho a latir a mil por segundo...aunado a ello, el corpiño que trae, deja ver parte de la pálida piel de sus pechos de una forma estremecedora. Aún así, el sigue mirando hacia el frente, con el pómulo izquierdo del rostro hinchado, amoratado y magullado, sus labios están también severamente dañados por la golpiza que había recibido por parte de sus asaltantes-¡Vaaamos...mi vid..!~-Dice en un nuevo hilo de voz sensual, pero antes de que culmine, él extiende su diestra hacia ella y la toma por la quijada, sin mirarla-..:Driade...es mejor que cierres tu hocico...hiedes a masculinidad...-La mujer, ofendida, parece decir un millón de frases mudas, airada, hasta que concluye, en un arrebato de ira, levantándose de su lado-¡Maldito! ¡Anda a cogerte a tu madre la próxima!-...a él pareció importarle un bledo lo dicho por la mujer, solo el inmenso rencor que sentía en ese momento, y la necesidad de ir a apoyar a su familia en la terrible guerra que aún se libraba en su natal Francia, lo movía...no quería saber más de prostitutas o de alcohol, sólo quería que algún mercenario temible se pusiera a su orden para ir a por aquellos que habían vulnerado su honor.
La taberna, sigue en su indómita jornada, en aquella noche invernal del Mediterráneo, y la guerra, allá lejos, asoma con dolor las fauces de la muerte cercana...pero a él, simplemente no le importa, solo le importa el ir a dar respaldo al honor de su gente, herido por el martirio Anglosajón.
Basaremos nuestra historia en la Isla de Malta, específicamente en el año 1342, una época en sumo oscura en todo Europa, pues la conocida Peste negra estaba haciendo de las suyas y la "Pequeña edad de Hielo" arreciaba incluso en las costas del Mar Mediterráneo. Por estos tiempos oscuros, esta Isla, parte del Reino Español (En aquella época lo era), es un importante centro de comercio de aquellas aguas, en ella paran a diario cientos de viajeros que incluso, prefieren tomar esta ruta para ir a tierra santa y también es conocida como puente militar y utilizada por saqueadores y pillos varios que pretenden hacerse con fortunas y mujeres en las lejanas tierras de Oriente. En nuestra historia, podrás ser Francés, Inglés, Español, de cualquier tierra que desees (siempre que sea algo lógico para la época y para el contexto que estamos usando), no podrás usar poderes, obviamente, más allá de capacidades físicas o mentales y la misión, será la siguiente: Hace dos meses, un afamado caballero Capeto, Armand de Valois, primo hermano del discutido y odiado Rey Felipe VI de Francia. Este hombre, en un viaje hacia las salvajes tierras del Norte de Äfrica, de parada en la isla de Malta, sufrió un terrible atentado y fue presa de unos asaltantes vulgares en Attard (una de las más populosas localidades de la Región). Muchos de sus sirvientes murieron en la refriega, otros, simplemente huyeron y lo dejaron a su suerte luego de enterarse de paso de los nefastos fracasos sufridos por el Rey Felipe en la encarnizada guerra que libraba contra los Ingleses (y nadie quiere estar del lado de los perdedores, menos de los perdedores que no tienen dinero)
Armand de Valois, solicita los buenos oficios de fuertes y hábiles guerreros que deseen, a cualquier costo, servir a su causa y recuperar el oro perdido, solicitando también a su vez personas con información y cualidades para completar su misión...ya que sin ese oro, no podrá salir para partir a su amada Francia.
La algarabía recurrente de aquel lugar lo aturde, pero no puede hacer más que mantenerse ahí, inmutable, con los brazos cubiertos al extremo por sus guantes de piel de castor, cruzados a la altura de su pecho y con la cara ceñuda mientras una puta a su lado intenta seducirlo-Vamos..mon cher'...subamos un segundo a la habitación y te aseguro que te cambiará la cara...-suscita la mujer, con un tono dulce y atrevido que a cualquiera le habría puesto el pecho a latir a mil por segundo...aunado a ello, el corpiño que trae, deja ver parte de la pálida piel de sus pechos de una forma estremecedora. Aún así, el sigue mirando hacia el frente, con el pómulo izquierdo del rostro hinchado, amoratado y magullado, sus labios están también severamente dañados por la golpiza que había recibido por parte de sus asaltantes-¡Vaaamos...mi vid..!~-Dice en un nuevo hilo de voz sensual, pero antes de que culmine, él extiende su diestra hacia ella y la toma por la quijada, sin mirarla-..:Driade...es mejor que cierres tu hocico...hiedes a masculinidad...-La mujer, ofendida, parece decir un millón de frases mudas, airada, hasta que concluye, en un arrebato de ira, levantándose de su lado-¡Maldito! ¡Anda a cogerte a tu madre la próxima!-...a él pareció importarle un bledo lo dicho por la mujer, solo el inmenso rencor que sentía en ese momento, y la necesidad de ir a apoyar a su familia en la terrible guerra que aún se libraba en su natal Francia, lo movía...no quería saber más de prostitutas o de alcohol, sólo quería que algún mercenario temible se pusiera a su orden para ir a por aquellos que habían vulnerado su honor.
La taberna, sigue en su indómita jornada, en aquella noche invernal del Mediterráneo, y la guerra, allá lejos, asoma con dolor las fauces de la muerte cercana...pero a él, simplemente no le importa, solo le importa el ir a dar respaldo al honor de su gente, herido por el martirio Anglosajón.
- Armand de Valois:
The_Void- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 02/04/2014
Re: Quiero mi oro...
{ Personaje: Isabel Chevalier
}
}
Isabel! te dije que eres una inútil, hace todo mal- Quizás la promesa que había creado con ella, su "señora" la había mantenido tanto tiempo con ella, pero había una regla de seres humanos que ella no había pensado -Todos tenemos un límite, nadie soporta siempre- pudo recordarlo ya que lo había grabado para toda la vida, aquella noche de febrero había huido, no había tomado nada, solo una ropa rota, pero cómoda y así, había burlado a todos los guardias de aquel gran castillo donde vivía aquella promesa que tanto la atormentaba.
Caminó hasta que sus piernas tenían cayos, no tenia ni siquiera una moneda de oro para comer pero ella aún aguantaba como la masculina imagen que quería tener, la de una luchadora de su patria -Francia-
Dicen que el infierno existe en el mundo pero ella había comprobado que también existía el cielo, cuando ya no había más esperanza para su -frágil- cuerpo mortal divisó una luz de esperanza, la dueña de aquella taberna se apiadó de su horrible alma, le brindó humildemente un trabajo, un cuarto y comida.
Entones aquella era una oportunidad que debía aprovechar, desde entonces -sin más opciones- ella aprendió a lavar, atender a los borrachos, a las mujeres y todo tipo de locura que podía atender que podía tener sus clientes franceses.
-"Hum! visage de traître!- Mencionaba sonriente cada vez que había un pleito entre borrachos y la enérgica joven mencionaba la frase, el que comenzaba el pleito siempre se delataba, era un buen truco-
Juvia Loxar- Mensajes : 5
Fecha de inscripción : 02/04/2014
Re: Quiero mi oro...
**Habían pasado muchas lunas de tedio inmenso, al menos para él. A pesar de la vida llena de lujurias y emociones propias de un vago; para él, quizás haber muerto hubiera sido una mejor opción. Sus muñecas ocultas bajo el cielo protector de su chaleco de pieles, se ocultan empuñadas, mientras su semblante ataviado de desesperación y rabia, tan sólo ejecutan un gesto de desagrado. Entre tanto, continuaba caminando, a lo largo de la Plaza que llevaba a innumerables tabernas, para ahogar sus penas en el alcohol. Voces ensordecedoras gritan sin vacilación, más parecen no llamarle atención alguna, hasta que… -Eso es lo que dicen, no creo que haya un torpe capaz de aventarse a la boca del lobo, ¿qué creen?-escuchó, atentamente. Como si no hubiese mayor sonido en el lugar. Sin duda era algo que le llamaba poco a poco la atención, por lo que, acercándose lentamente, evitando sospechas comenzó a captar más, y más de aquella intrigante charla. -¡Ese Armand está loco!- vocifero un hombre de grandes proporciones, mientras alzaba una jarra de cuero que desbordaba licor -¡Pero más loco esta, quien acepte su jueguito!- Termino, mientras risas ahogadas en el alcohol comenzaron a escucharse. De repente, todo a su alrededor parecía no molestarle. No era él menos que nadie, pero si más que muchos. Su valor era tan grande, y sus deseos por haacer algo que valiese la pena el fulgor, que no dudo adentrarse dentro del aglomerado para buscar al mencionado.
-¡Si seré idiota!- Se devuelve rápidamente, hasta quedar frente al bufón que inconscientemente ha brindado información al Sr, sus orbes se unieron brevemente, mientras sus labios comenzaron a discernir una verdad... -¿Dónde encuentro a ese tal Armand?- Burlas intermitentes comenzaron a teñir el lugar, seguidas por un descontento propio del alagan. -¿Es enserio? ¡Coronémoslo! Este si está más loco que Valois. ¡Hahahaha!- No tiene intenciones de perder tiempo, ya esperaba esa reacción, así que, una vez terminado su ruidoso dialogo, saco su muñeca diestra empuñada, levantándola al unísono con un desgarrador sonido -¡Cállate!- golpeó tan fuertemente su quijada, que de inmediato comenzó a sangrar. -¡Estúpido!- Respondió enojado, miraba en descontento, mientras sus manos temblorosas llenas de sangre tocaron el suelo, junto con él. Frunció el ceño, sin dejar de mirarle fijamente, mostrando ahora, una frívola expresión en su mirada. –Si sabes que es lo que conviene, colaborarás y me dirás dónde encontrarlo.- la multitud rápidamente los encerró, gritando una y otra vez…-¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!- el hombre, tumbado en el suelo en un charco de sangre respondió a los deseos del noble.
Ya habiéndose liberado de un peso de encima, tomo dirección hacia la plaza, está vez, en dirección opuesta, siguiendo las indicaciones del hombre. A la distancia, observó la taberna mencionada, no podía equivocarse. Sus dimensiones y descripciones eran exactas. Al entrar, comenzó a observar hacia los alrededores buscando, quizás un tumulto de hombres bravíos. Pero no vio nada. Dio unos pasos hasta acercarse al tabernero –Hombre, deme el mejor de sus licores. Dos, para ser exactos. ¡Hoy espero al valiente de Valois! Espero encontrarlo pronto…- Descansando su cuerpo sobre una silla, ahora espera, a que los rumores de pasillo no fueses únicamente un simple mito.
La noche avanzaba poco a poco, mientras, allí, en la taberna, tras su entrada logra captar la atención de varias personas, entre ellas, mujeres dispuestas a ofrecer sus servicios al Sr. Pero a él solo le importaba, poder encontrar lo que tanto había buscado desde su perdición, en aquel lugar.**
-¡Si seré idiota!- Se devuelve rápidamente, hasta quedar frente al bufón que inconscientemente ha brindado información al Sr, sus orbes se unieron brevemente, mientras sus labios comenzaron a discernir una verdad... -¿Dónde encuentro a ese tal Armand?- Burlas intermitentes comenzaron a teñir el lugar, seguidas por un descontento propio del alagan. -¿Es enserio? ¡Coronémoslo! Este si está más loco que Valois. ¡Hahahaha!- No tiene intenciones de perder tiempo, ya esperaba esa reacción, así que, una vez terminado su ruidoso dialogo, saco su muñeca diestra empuñada, levantándola al unísono con un desgarrador sonido -¡Cállate!- golpeó tan fuertemente su quijada, que de inmediato comenzó a sangrar. -¡Estúpido!- Respondió enojado, miraba en descontento, mientras sus manos temblorosas llenas de sangre tocaron el suelo, junto con él. Frunció el ceño, sin dejar de mirarle fijamente, mostrando ahora, una frívola expresión en su mirada. –Si sabes que es lo que conviene, colaborarás y me dirás dónde encontrarlo.- la multitud rápidamente los encerró, gritando una y otra vez…-¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!- el hombre, tumbado en el suelo en un charco de sangre respondió a los deseos del noble.
Ya habiéndose liberado de un peso de encima, tomo dirección hacia la plaza, está vez, en dirección opuesta, siguiendo las indicaciones del hombre. A la distancia, observó la taberna mencionada, no podía equivocarse. Sus dimensiones y descripciones eran exactas. Al entrar, comenzó a observar hacia los alrededores buscando, quizás un tumulto de hombres bravíos. Pero no vio nada. Dio unos pasos hasta acercarse al tabernero –Hombre, deme el mejor de sus licores. Dos, para ser exactos. ¡Hoy espero al valiente de Valois! Espero encontrarlo pronto…- Descansando su cuerpo sobre una silla, ahora espera, a que los rumores de pasillo no fueses únicamente un simple mito.
La noche avanzaba poco a poco, mientras, allí, en la taberna, tras su entrada logra captar la atención de varias personas, entre ellas, mujeres dispuestas a ofrecer sus servicios al Sr. Pero a él solo le importaba, poder encontrar lo que tanto había buscado desde su perdición, en aquel lugar.**
- Apariencia.:
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